domingo, 1 de mayo de 2016

Boca arriba, Thule

A mí me pasa, supongo que al igual que a otros, que no elijo las historias que quiero convertir en álbum, sino que es la historia la que se mete en mi cabeza y no deja de hacer ruido hasta que la saco de ella. Esta historia, Boca arriba, hacía mucho ruido.
Cuando mi tía Conso de 96 años se cayó y se rompió la cadera, fui a visitarla varias tardes a la residencia. Una de esas tardes, ella esperaba pacientemente junto a otros ancianos, cada uno en su silla de ruedas, a que uno a uno los fueran bajando en el ascensor a una sala más soleada.
En ese momento pensé "mírala... si nadie la mueve, ahí se queda... indefensa, rodeada de extraños, esperando".
Esa misma noche, cenando con mi mujer en el patio de casa, cayó boca arriba un insecto sobre la mesa. Me quedé mirando cómo intentaba empujarse con sus alas para darse la vuelta y salir volando, pero no podía. Me recordó a mi tía.
Acerqué mi dedo, se agarró a él y salió volando. Así surgió esta historia. 

En la foto, mi tía con uno de mis hijos.

Lo primero que hice fue unos dibujos rápidos y un pequeño vídeo, lo justo para enviar a un par de editoriales a ver qué les parecía la idea.


Primero un pequeño texto describiendo lo que pasaría en cada doble página.


Tenía desde el principio bastante claro el diseño de los personajes. Además, es un álbum en el que el sentimiento de inmovilidad está presente en todas sus páginas tratando de crear cierta angustia en el lector, de modo que no era necesario mover demasiado a los personajes.





Después había que darlo forma. Ver realmente cómo encajaba la historia en el story, es una fase que me gusta hacer porque cualquier cambio es muy rápido y me permite ver diferentes opciones. El primer story lo suelo trabajar siempre en una sola página para poder ver toda la historia de un solo vistazo.





Y esta es la última versión, a partir de la cual escaneo los bocetos y los amplío al imprimir hasta el tamaño al que deseo dibujarlos, de este modo el final suele ser bastante fiel al boceto, y evito perderme en detalles que muchas veces añadiría si empezase a dibujarlo directamente al tamaño final.




Llegado a este punto, hago los dibujos en grande y a continuación empiezo los definitivos. Quería un papel con textura que marcase con fuerza el trazo del lapicero, de modo que pudiera expresar esa sensación de cariño, de ternura, que a mí me transmitía esta historia.








Para terminar sólo me faltaba elegir el color, que en este caso iba a aplicar en digital. Con cuatro colores fue suficiente para resolver todas las ilustraciones.




Una prueba de cómo quedaría la portada, y todo listo para llevar a imprenta.

Espero que os haya gustado ver el proceso. Hasta la próxima.
Gracias José por apostar por este tipo de álbumes.






domingo, 6 de diciembre de 2015

Mural en el CEIP María Montessori

El año pasado me comprometí a hacer un mural en el colegio de mis hijos,
para adornar un pasillo que se veía demasiado blanco, aquí muestro el proceso.
Lo primero fue ir a tomar medidas, 19 metros no estaba nada mal...
lo segundo elegir tema y hacer una maqueta a pequeña escala.


El tema elegido, los cuentos populares, que mezclé entre ellos
y a los que añadí algún personaje de cuentos de cosecha propia.


En un par de mañanas tenía todo planteado a lápiz.


Después del lápiz, cuatro mañanas dando color.



Y eso sí, con la ayuda de tres buenas amigas, GRACIAS (Arantza, Belén, y Soraya) así,
en mayúsculas, ya que sin ellas en lugar de una semana habrían sido cuatro dando color,
y además bien acompañado se trabaja mejor!


Para el último día solo quedaba perfilar con negro.


Teníamos lobos que devuelven la cesta a una enfadada Caperucita.
Tras ellos una tortuga boca arriba de la que pronto sabremos más...


Uno de los tres cerditos comiendo bocadillos de chorizo...





pájaros con escaleras rojas...



... brujas que vuelan tan alto que no entran en la pared
y hasta un cerdo que encuentra un zapato de cristal.

martes, 3 de noviembre de 2015

El proceso de La escalera roja

No todos los días me publican un álbum, no... definitivamente no. De modo que cuando sí que lo hacen, yo lo agradezco con un post de este tipo:


así empezó La escalera roja, con una idea que tuve mientras iba camino al taller de grabado y de la cual hice este cerograbado. Sin embargo, el tiempo que duró su realización, fue suficiente para saber que este pájaro guardaba una historia que tenía que contar.


Apunté un breve texto, que algo tiene que ver con el final, e intenté dotarlo de la estructura que debería tener si fuera un álbum ilustrado.



Lo dibujé todo muy pequeñito, luego lo escaneé y lo imprimí a un tamaño suficiente como para presentárselo a un editor. Una encuadernación en espiral y listo para las entrevistas.


Hubo varias personas (que a todas luces saben más que yo de estas cosas) que me hicieron tener confianza en los proyectos que llevaba en mi portfolio (M. Salisbury, Gustavo Puerta o mi amigo Guridi, entre otros).


Cargado de esa energía, llegó el día de la presentación e hice lo normal que hacemos todos en estos casos, interioricé el personaje de mi álbum y me presenté tal cual a las entrevistas con los editores de Ilustratour. En ese momento surgieron dos relaciones con dos editoriales a las que estoy muy agradecido por depositar en mí su confianza, en ambos casos a partir de una idea y poco más.
La primera relación, que ya conté anteriormente en este blog, terminó (o más bien comenzó) con la publicación de "Conducir es fácil" con Arianna de la editorial A buen Paso.


La segunda relación fue con Kalandraka, y ha terminado de comenzar este verano con la publicación de La escalera roja. Durante este tiempo, el pájaro y el conejo han ido madurando, he elegido la técnica, hemos cambiado el título y hasta hemos pensado durante varios meses la frase de una página... también he de confesar que algo he madurado yo, pues el proceso de este álbum ha supuesto para mí un ejercicio de reflexión en el mejor sentido de la palabra.


Unos cuantos storys después, ya casi sabía lo que iba a contar y cómo lo quería contar, aquello empezaba a tener una estructura y había que pensar en la técnica y en el color...  
La generación de la idea y su adaptación al álbum, es uno de los momentos que más me gusta de crear un álbum, lo paso bien viéndolo en pequeñito, cambiando, inventando nuevos giros o soluciones finales hasta encontrar la que más me gusta.



A veces surgían nuevas propuestas sobre la misma idea, como la de este vídeo, que envié a la editorial y que fue valorada durante un tiempo. A todos nos gustaba, pero finalmente su complejidad era tal que encarecía el producto hasta un precio que lo dejaba fuera del mercado.


Empecé a pintar los fondos y luego fui pasando a los diferentes elementos del álbum.




El conejo, con no ser el protagonista, ha conseguido hacerse con todo mi cariño.















Una vez que tenía todas las ilustraciones, llegó el momento de digitalizar, retocar y enviar a la editorial, que se encarga de colocar el texto y hacer el PDF definitivo.


Ya solo quedaba esperar a recibir la caja que tanta ilusión hace recibir, con unidades de este nuevo libro y finalmente presentarlo en sociedad ante el público más exigente, los niños, que dan sentido a esta profesión.


Muchas gracias a todos los que me acompañasteis el primer día, y a los que estáis viniendo a las presentaciones posteriores. ¡Es un placer encontrarnos!